Las elecciones locales y regionales celebradas el 8 de septiembre en Rusia han tenido lugar en un momento marcado por la insatisfacción popular por la nueva ley de pensiones y por el aumento de la edad de jubilación, por el deterioro de los salarios y la crisis económica, por las dificultades en la industria y el empobrecimiento de muchos sectores de la población, por la fuga de científicos (un millón y medio trabajan en laboratorios de otros países) y por otras lacras denunciadas por el Partido Comunista de la Federación rusa, KPFR, que han hecho aflorar de nuevo el rechazo al gobierno de Rusia Unida.
A la permanente agitación anticomunista en televisión, que presenta a la Unión Soviética con los tintes más siniestros, se han añadido durante la campaña electoral las habituales manipulaciones del gobierno de Putin. Previamente, el Partido Comunista ruso organizó una campaña de protesta y de manifestaciones bajo el lema “Por unas elecciones limpias y justas”. En ellas, se han presentado cuarenta y siete mil candidatos, en comicios donde se elegían gobernadores, ayuntamientos y la composición de trece parlamentos de repúblicas y regiones, entre ellos los de Moscú, Leningrado (San Petersburgo), Crimea, Sebastopol, y Novosibirsk.
El partido del poder ha presionado a muchos de los candidatos comunistas para forzar su retirada, a través de mecanismos de intimidación y amenaza, como ha hecho en las elecciones a gobernador de San Petersburgo, donde el candidato comunista, Vladímir Bortko, retiró su candidatura. El acoso a los candidatos comunistas ha sido constante, como el que padece Pavel Grudinin, candidato del Partido Comunista en las elecciones presidenciales de marzo de 2018, a quien intentan ahogar en los tribunales y privatizar las tierras del sovjoz Lenin (granja colectiva soviética, que dirige Grudinin, donde trabajan trescientas personas y que es un ejemplo de gestión honesta), para dedicarlas a la especulación y construcción de residencias de lujo en los alrededores de Moscú. Así ha sido también con Valentin Konovalov, en la república de Jakasia; con Olga Efímova, candidata comunista en Novgorod, contra quien presentaron una oponente que literalmente copiaba su aspecto físico y se presentaba por el fantasmal “partido comunista” KPSS; contra Nikolai Platoshkin, candidato comunista a diputado en Javarosk; contra Levchenko, gobernador comunista de le región siberiana de Irkutsk, a quien la televisión ha dedicado decenas de reportajes difamatorios por su empeño en perseguir a empresarios corruptos y mafiosos que talan los bosques siberianos; contra Alekséi Kornienko, candidato comunista en Sajalinsk, destruyendo sus materiales de campaña, pancartas, negando su acceso a locales, e incluso deteniendo a militantes comunistas y quemando vehículos, además de impedir el acceso de los apoderados comunistas a los colegios electorales.
La arbitrariedad administrativa, que ha impedido la presentación de candidatos comunistas con las más peregrinas excusas, y el llamado “filtro municipal” que dificulta la presentación de candidatos contrarios al poder; la distribución de decenas de miles de panfletos anticomunistas e incluso la falsificación de prensa del Partido Comunista; el veto en televisión y la prohibición para alquilar espacios; la creación de fantasmales "partidos comunistas" como el "Comunistas de Rusia" de Suraikin, o el PCJS (Partido Comunista de la Justicia Social; cuyas siglas en ruso son KPSS como el antiguo PCUS), y otras manipulaciones semejantes, tenían el objetivo de crear confusión y arrebatar votos al Partido Comunista ruso, KPFR. Reflejando su desprestigio, el partido del poder también ha recurrido a la ocultación de los candidatos de Rusia Unida, como en Moscú, donde fueron presentados como “independientes”.
Las constantes violaciones de la normativa electoral (el PCFR ha denunciado “violaciones masivas”) y todo tipo de arbitrariedades y decisiones de los organismos del partido de Putin han configurado un ataque sin precedentes sobre los candidatos comunistas. Para hacer frente a esa permanente campaña y manipulación anticomunista, el Partido Comunista ruso ha formado a más de cien mil observadores para el control de las elecciones, y ha organizado un “Contador rojo” para cotejar los resultados.
Pese a la baja participación, muestra de la radical desconfianza de la población en el capitalismo ruso, y pese a la manipulación del partido del poder en numerosas poblaciones, llenando urnas de manera fraudulenta, el Partido Comunista ha duplicado sus resultados de anteriores elecciones, consiguiendo resultados notables como la reelección del alcalde comunista de Novosibirsk, la capital de Siberia. Una vez más se ha hecho patente, contrariamente a lo que afirma la prensa conservadora occidental, que la principal oposición en Rusia no son los liberales, sino los comunistas.
El Partido Comunista de España denuncia las constantes manipulaciones de Rusia Unida, el partido de Putin, felicita a sus camaradas rusos por los resultados obtenidos, y hace votos por el reforzamiento del Partido Comunista de la Federación rusa, KPFR, garantía de la defensa de los trabajadores rusos, de la solidaridad con la clase obrera de las otras repúblicas que se agruparon en la Unión Soviética, y del combate por la paz y el socialismo.