Estados Unidos está llevando al límite la tensión en el mundo. La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense a Taiwán es una provocación en toda regla que, pese a la fingida oposición del gobierno Biden, ha sido acompañada por el Pentágono con la aviación militar, barcos de guerra y un portaaviones para asegurar la llegada de Nancy Pelosi a Taipéi.
En un calculado gesto destinado a evaluar la respuesta china y sus dispositivos de seguridad, Washington no ha dudado en lanzar una seria provocación, a sabiendas de que el viaje de Pelosi, que carece de contenido real, ha quebrado su propio proceder en los últimos veinticinco años durante los que Estados Unidos había renunciado a organizar visitas de relevantes responsables políticos a la isla, violando la soberanía y la integridad de China, que el propio gobierno estadounidense aceptó en la declaración conjunta de 1979. Porque, a todos los efectos, Taiwán forma parte de China.
El gobierno estadounidense repite así en Taiwán su temeraria actitud mostrada en Europa oriental: ignoró las advertencias de Moscú y sus propuestas de seguridad acercando tropas y armamento a las fronteras rusas y convirtiendo Ucrania en una plataforma de agresión contra Rusia, imprudencia que llevó al estallido de la guerra. Ahora, ignorando todas las advertencias chinas, y quebrando sus propios compromisos de respeto al principio de "una sola China", fuerza una grave situación de crisis en las costas y el estrecho de Taiwán.
Taiwán siempre ha formado parte de China, y su estatus actual procede del final de la guerra civil y la revolución en 1949, cuando las tropas nacionalistas de Chiang Kai-shek, derrotadas por el Ejército Popular de Liberación chino se refugiaron en Taiwán y establecieron una dictadura apoyada por Estados Unidos. Ese provisional estatus ha llegado hasta hoy, sin que ello suponga la quiebra de la soberanía china sobre la isla. Estados Unidos reconoció el principio de "una sola China", que incluye Taiwán, aunque Washington haya mantenido la llamada "ambigüedad estratégica" para seguir apoyando a Taipéi mientras mantiene sus relaciones con Pekín.
Sin embargo, el pacífico fortalecimiento económico y político de China ha llevado a Estados Unidos, temeroso de perder su hegemonía en el mundo, a señalar a Pekín como un enemigo, señalándola así en su nueva "doctrina de seguridad" estratégica. La agresividad mostrada por el anterior gobierno estadounidense, que inició con Trump una escalada de sanciones económicas y políticas orientadas a dañar el fortalecimiento de China, ha continuado con el gobierno de Biden, que no solo ha mantenido las sanciones sino que además está reactivando y aumentando su despliegue militar en los océanos Pacífico e Índico.
Las aguas del estrecho de Taiwán no son aguas internacionales y pertenecen a China, aunque Estados Unidos se haya aprovechado hasta ahora de la prudencia china, cuyo gobierno no ha renunciado nunca a la reintegración plena de la isla. China considera el espacio aéreo de Taiwán como propio, por lo que la llegada de Pelosi ha supuesto una violación de su soberanía. Las fuerzas navales y aéreas estadounidenses patrullan con regularidad el estrecho con la falsa justificación de que transitan por aguas internacionales y defienden la "libertad de navegación". Por el contrario, su propósito es seguir acosando a China ante sus costas.
Estados Unidos ha hecho caso omiso a las advertencias chinas, optando por el enfrentamiento y jugando con fuego en una región que puede convertirse en otro polvorín para el mundo. China debe calibrar ahora cuidadosamente los pasos a seguir, para no verse arrastrada a la guerra, porque Washington está poniendo en peligro la paz y la seguridad en el sur de Asia, y el mundo debe ser consciente de ello.
El Partido Comunista de España condena la irresponsable actitud del gobierno de Biden y su recurso a la intromisión y el imperialismo, reitera su solidaridad con el pueblo chino y con su gobierno, y su apoyo al principio de una sola China, y llama al gobierno español y a la Unión Europea a condenar esa provocación estadounidense en Taiwán.
El Partido Comunista de España pide también a los trabajadores y a todas las fuerzas amantes de la paz que permanezcan vigilantes y activos ante los graves riesgos de esta situación.