El pasado 25 de marzo, el Presidente de Estados Unidos reconoció formalmente la soberanía de Israel en los Altos del Golán, territorio que fue ocupado militarmente por el régimen sionista en 1967 y que forma parte de Siria. Este reconocimiento, como ya ocurrió con el de Jerusalén como capital de Israel, vulnera el derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad (resolución 497 del Consejo de Seguridad de NNUU de 1981 adoptada por unanimidad, o sea con el voto de EEUU incluido) y de la Asamblea General de NNUU. Enseguida que se anunció el reconocimiento, países de la OTAN, aliados de EEUU, como Francia, Turquía o España, condenaron el acto como ilegal y anunciaron su no reconocimiento. El Consejo de Seguridad se reunió el 27 de marzo a instancias de Siria y sus 15 miembros, excepto EEUU y Costa de Marfil, rechazaron como ilegal y contraria al derecho internacional y los principios de NNUU la declaración de anexión del Golan por el régimen sionista de Israel. Ya, el pasado mes de diciembre de 2018, la Asamblea General de Naciones Unidas condenó la ocupación del Golan por Israel a través de la resolución A/RES/73/100, titulada "The Occupied Syrian Golan" que fue apoyada con 149 votos, con 2 en contra (Israel y Estados Unidos) y 22 abstenciones. Igualmente, el Secretario General de NNUU en su informe sobre 2018 distribuido a la Asamblea General en octubre, denunciaba “La expansión de asentamientos ilegales y la apropiación de tierras por parte del Gobierno de Israel en el Golán sirio ocupado…”
Evidentemente, el gobierno de Trump ha decidido que no merece la pena ni siquiera cuidar las formas y no tiene empacho en afirmar que el derecho internacional y las resoluciones adoptadas democráticamente por la mayoría de la humanidad no afectan a EEUU que decide en función de sus intereses imperialistas, o dicho de otra manera en función de los intereses de las empresas de la oligarquía industrial y financiera que gobierna EEUU.
La actitud del gobierno de Trump ha envalentonado a todas las corrientes sionistas muy mayoritarias dentro del régimen; hasta ahora, el sionismo israelí, alimentaban la ficción de que el proceso expansionista, de colonias ilegales en territorio palestino, condenado también por NNUU, no suponía el abandono de la propuesta de un estado para Palestina. Pero después de la declaración sobre el Golán, Netanyahu, primer ministro y dirigente del partido de extrema derecha, LIKUD, inmerso en campaña electoral para las elecciones del 9 de abril, declaró que el objetivo de Israel, si él ganaba era anexionarse como territorio de Israel todas las colonias implantadas ilegalmente en el territorio administrado por la Autoridad Palestina, añadiendo además que “Israel no es un estado de todos sus ciudadanos es la nación-estado del pueblo judío, y solo eso”; la principal respuesta de Benny Gantz, ex-general y dirigente del partido Blanco y Azul, que competía contra el LIKUD, fue demostrar que él, era más duro aún con los palestinos poniendo el ejemplo de los bombardeos y la invasión de Gaza en 2014, que dirigió como jefe del operativo militar; ¿Yo, un debilucho, preguntó? Y el mismo se contestó: 6.231 objetivos fueron destruidos, partes de Gaza han regresado a la Edad de Piedra; En efecto, aquel ataque a Gaza causó la muerte de más de 2.000 habitantes y más de 10.000 heridos, el 80% de civiles y la mitad de mujeres y niños. Formalmente ese partido sigue defendiendo la opción de los dos estados, pero al mismo tiempo no le discute a Netanyahu que la tierra ocupada por los asentamientos ilegales de colonos sionistas, deben de formar parte del estado de Israel.
Israel sigue acumulando informes condenatorios del Consejo de Derechos Humanos de NNUU. El último, del pasado 28 de febrero que condena la represión contra las manifestaciones palestinas de la “Marcha del Retorno” que comenzaron el 30 de marzo de 2018 y que aún continúan, y que contabiliza a más de 23.000 personas heridas y al menos 189 fallecidas por disparos de francotiradores del ejército israelí. La construcción del muro del apartheid, el bloqueo y las guerras de agresión contra Gaza, los asentamientos ilegales en Cisjordania, la apropiación de Jerusalén, la negativa a implementar el acuerdo internacional de convivencia con un Estado Palestino, todo ello basado en el desprecio a la legalidad, el uso de la fuerza y sobre todo el padrinazgo de EEUU primera potencia imperialista del mundo.
Es tan miope y prepotente la visión de Trump, que ha nombrado como delegado especial del gobierno de EEUU para conseguir un acuerdo entre Israel y Palestina a su yerno Jared Kushner, un multimillonario del sector inmobiliario de EEUU, y judío ortodoxo y sionista que ha anunciado a la prensa que tiene preparada las bases para el “Acuerdo del Siglo”. Este acuerdo es tan impresentable, que Netanyahu le pidió a Trump que no lo hiciera público hasta después de las elecciones ya que le podía perjudicar en la campaña electoral. Básicamente el plan, del cual se viene hablando desde antes de la guerra de Iraq, consiste en expulsar a la población palestina al desierto del Sinaí, en territorio egipcio y al desierto jordano-árabe. Israel con el apoyo financiero de EEUU pagaría a los gobiernos de Jordania, Líbano y Egipto para que aceptara esas poblaciones palestinas y le diera nacionalidad. En el territorio palestino ocupado Israel nunca va a reconocer un estado palestino y seguirá aplicando una política de apartheid y represión para conseguir la limpieza étnica.
El resultado de las elecciones marca el sesgo derechista y sionista de la mayoría dela población israelí; la disputa por el gobierno está entre la derecha y la extrema derecha, fraccionada por razones étnicas y de sectarismo religiosos. El partido laborista, se ha hundido estrepitosamente a pesar de no desmerecer en sus políticas sionistas frente a los palestinos a propio LIKUD; junto con Meretz, la izquierda israelí más progresista y las listas de palestinos-israelíes, rondarán, aunque no hay aún resultados definitivos, la veintena de escaños de un total de 120 del parlamento.
El PCE defiende el derecho del pueblo palestino a su soberanía y autodeterminación, pero esta determinación política es compartida con una inmensa mayoría de la humanidad, y está sustentada en multitud de resoluciones, dictámenes y condenas de la ocupación y el sojuzgamiento del pueblo palestino. El sionismo tendrá la fuerza para imponerla, pero cada vez tiene menos razón y menos corazón de la gente en el mundo, y algún día también le fallarán las fuerzas. Solo una política que defienda un estado social, laico, democrático multiconfesional y multiétnico puede tener futuro en la tierra palestina. La política actual lleva a la guerra, a la muerte y al abismo.