Vivimos la segunda crisis de vivienda en lo que va de siglo. En la primera crisis, cientos de miles de personas fueron desahuciadas y arruinadas. Ahora varios millones sufren la carestía del alquiler sin apenas escapatoria, miles de jóvenes no pueden emanciparse y cada vez más sectores de la población adulta deben compartir piso sin desearlo. Mientras, continúan los desahucios de quienes menos pueden defenderse, a manos de jueces que se saltan la ley. En muchos barrios repunta el hacinamiento y la infravivienda.
Pero, ¿por qué está pasando esto? La población y los hogares han crecido mucho en las ciudades y zonas turísticas, pero el número de viviendas no. Además parte de ellas, ahora son pisos turísticos. La llegada de trabajadores migrantes a estas zonas se suma a los sectores más precarios de la clase trabajadora que ya vivían en ellas. Cada vez más gente solo puede acceder a la vivienda a través del alquiler. Este desequilibrio está provocando el aumento de la carestía y la penuria de la vivienda. Nada nuevo bajo el capitalismo.
Esta situación está acelerando cambios estructurales en el modelo de vivienda guiados por el interés del capital. Gracias a mejores salarios y a la masiva construcción de VPO hasta los años 90, y después, al acceso al crédito, en 1999, el 86% de los hogares disponía de vivienda en propiedad, máximo histórico. En 2023, apenas el 75%. Cada vez más hogares viven de alquiler, pasando del 14% al 18% en 20 años, lo que indica que aumenta el número de multipropietarios. Cada vez más viviendas vuelven al ciclo del capital para extraer beneficios, cuantos más, mejor.
Este proceso de acaparamiento de viviendas tuvo un impulso importante tras la Gran Crisis iniciada en 2008. Más de 1 millón de viviendas están en manos de grandes tenedores, contando solo quienes poseen 10 o más viviendas, por lo mucho más de un tercio de las viviendas en alquiler están en manos de grandes o medianos capitalistas. Desde 2012 proliferan las SOCIMIS, capital dedicado a comprar - también a construir - viviendas para alquilar, sin pagar impuesto de sociedades. Se suman a bancos y fondos de inversión y promotoras que comienzan a construir o a comprar para alquilar no para vender.
El capital va a por las viviendas. Tanto que bancos y aseguradoras persuaden a la generación del “baby boom” para que “monetice su vivienda”. Los mismos que siembran pánico sobre la okupación y dudas sobre las pensiones públicas, con el objetivo de privatizarlas junto con la sanidad, y que hacen negocio con las residencias de la tercera edad. “Dame la casa y tendrás una jubilación tranquila”, dicen los buitres. La casa la compran barata, los cuidados los venden muy caros. El capital quiere hacerse con el inmenso patrimonio inmobiliario acumulado por generaciones de la clase obrera, pagado con sus salarios, y con sus impuestos que financiaron la VPO.
Estas viviendas en propiedad están cada vez más infraocupadas. Más de 5 millones de hogares unipersonales, casi el 25%. En el extremo opuesto prolifera el hacinamiento, el alquiler de habitaciones, la infravivienda. Y el capital vocifera: ¡A construir más barrios! ¡Ciudades más grandes! ¡Subvenciones a mí! Pero con discreción, acapara las viviendas que existen en el centro de las ciudades para convertirlas de nuevo, en mercancía, expulsando a quienes viven de alquiler o comprando barato para alquilar caro. Es el nuevo viejo modelo: propietarios VS proletarios.
Hay que preguntarse, ¿quién va a dirigir la gran y necesaria reforma y ampliación del parque de vivienda y de las ciudades del país? ¿El capital para enriquecerse o la sociedad para garantizar el derecho a la vivienda digna, a la ciudad y al país digno? A la vista de la historia, lo tenemos claro: la vivienda debe ser una infraestructura pública para atender las necesidades sociales de forma justa y democrática, no una mercancía que se compra y se vende.
Esta es la línea maestra: ampliar el parque público de vivienda para alquiler social por todas las vías posibles y para su gestión crear un sistema de asignación según criterios sociales y ecológicos, mediante procesos democráticos y participativos, con el objetivo de la ciudad de los 15 minutos.
¿Hay que construir viviendas y ampliar las ciudades para superar la crisis? La clave es la planificación pública y democrática. Solo hay que construir si es menos costoso que adquirir viviendas y edificios, reformar, adaptar, rehabilitar. Por ejemplo, para crear soluciones habitacionales y de cuidados para personas dependientes, en la estrategia de desinstitucionalización.
Hay que descentralizar instituciones para descargar población de las grandes ciudades: el camino opuesto a la megalópolis, insostenible desde el punto de vista medioambiental, de salud y de cuidados. Igualmente hay que generalizar un modelo de vivienda dotado de bienes y espacios comunitarios para socializar y profesionalizar tareas domésticas, lo que permitirá ahorrar energía y materiales, reducir el desperdicio alimentario, generalizar el consumo de km O, con obvios beneficios sociales y ecológicos.
Pero... ¿qué hacer de inmediato ante la situación de carestía del alquiler?
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Alquiler indefinido y rentas actualizadas según el índice público.
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Penalizar a las CCAA que no aplican la limitación del precio del alquiler e incentivar el cumplimiento de la Ley de vivienda.
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Prohibir nuevos pisos turísticos, subir impuestos a los actuales y perseguir los irregulares para que pasen al alquiler residencial.
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Dotar de recursos la estructura pública de gestión de suelo y vivienda de todas las Administraciones, especialmente la inspección.
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Rehabilitar y adaptar el parque de vivienda al cambio climático.
Esto es un resumen de los análisis y las propuestas del PCE para resolver el problema de la vivienda. Queremos compartirlas con las organizaciones que defienden el derecho a la vivienda digna, para alcanzar objetivos comunes. La batalla es y será dura dado el poder de quienes quieren seguir haciendo negocio con la vivienda, pero con unidad, organización, movilización social y electoral los lograremos.
¡Vivienda por derecho, pública y social!
¡No se especula con el hogar!