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Editorial

Avanzar con derechos en el 75 aniversario dela Declaración Universal de los Derechos Humanos

En un momento en el que se asiste desde una pasividad, que en muchos casos es complicidad activa, al drama del intento de extermino del pueblo palestino a manos del Estado de Israel, con miles de seres humanos asesinados, hospitales arrasados, decenas de miles de personas expulsadas des us casas, creemos en Nuestra Bandera oportuno aprovechar el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) para hacer una reflexión sobre su significado y desarrollo.

Precisamente en estas circunstancias consideramos una obligación que una revista que pretende ser un instrumento de reflexión para la acción seplantee el reto de lanzar una llamada de atención, en el ámbito de las fuerzas de izquierda, para poner en primera línea del debate y la acción política la necesidad de luchar para que los seres humanos puedan disfrutar de todos los derechos, y hacerlo desde un análisis político que nos situé ante una visión panorámica de experiencias recientes, e incluso planteando retos que se deben asumir con el actual Gobierno.

Pocos conceptos han sido y son tan manoseados, prostituidos y manipulados como el de derechos humanos, en especial desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Lo que pretendió ser una reacción ante la barbarie que había supuesto la II Guerra Mundial se utilizó como arma arrojadiza entre unos Estados y otros, en lugar de ser un instrumento de trabajo común para construir un proyecto de comunidad internacional al servicio del pleno desarrollo de las personas en todos sus aspectos.

El 75 aniversario de la DUDH es una oportunidad para hacer una revisión política sobre el estado de los derechos humanos hoy; no tanto una interpretación teórica de su contenido como un análisis de cómo influir para incluir en la agenda política internacional su cumplimiento y desarrollo. Claro que, para ello, es imprescindible ponerse de acuerdo en un seguimiento objetivo e imparcial de su aplicación en cualquier parte del mundo que solo puede hacerse desde unas Naciones Unidas refundadas para que puedan cumplir los objetivos de su Carta Fundacional y hacerlo en el contexto de un mundo que cambia rápidamente, donde surgen con frecuencia nuevos retos en materia de derechos humanos: la revolución tecnológica, la transición justa a una economía sin carbono, el derecho a la salud o a la privacidad, la perspectiva de género o los mecanismos de reclamación. Solo desde una visión integral de los Derechos Humanos se podrá dar respuesta a estos retos.

El respeto pleno a los derechos humanos debe permitir desarrollar una vida digna, siendo su protección un deber del Estado, pero también un reto para el conjunto de la sociedad, de manera especial en el ámbito privado de las relaciones sociales, poniendo coto a todo tipo de agresiones machistas, racistas, xenófobas o abusos de poder. El capitalismo es incompatible con esta perspectiva de desarrollo, por ello, como destacó Julio Anguita en el 50 aniversario de la DUDH, su reivindicación tiene hoy un carácter revolucionario, profundamente cuestionador de las contradicciones entre un relato cada vez más vacío y las exigencias de su cumplimiento efectivo.

El respeto a vida es el primer derecho que es negado a los miles de personas que son asesinadas en las decenas de conflictos que hoy se sufren en todo el planeta, por ello la defensa de la paz se convierte en una responsabilidad de quienes hacemos bandera de la defensa de los derechos humanos. La paz, la democracia y los derechos humanos son aspiraciones que están estrechamente interrelacionadas, y no será posible avanzar en su consecución sin una transformación social igualitaria que elimine la desigualdad en las relaciones internacionales y en el interior de cada uno de los países.

La dignidad humana y el derecho a la satisfacción de las necesidades básicas de toda persona son la base sobre la que construir una sociedad más justa y libre, en la que el reconocimiento de las diferencias naturales y culturales que existen entre los seres humanos sea una regla básica de convivencia y donde nadie sufra ningún tipo de discriminación, explotación o persecución.

El objetivo de hacer realidad los derechos humanos no es otro que el de construir una sociedad basada en la justicia y la solidaridad, donde el principio de que a cada cual según sus necesidades y de cada quién según sus capacidades se compagine con el respeto al medio ambiente, a la sostenibilidad de un planeta que no cuenta con recursos ilimitados. La universalidad de los derechos, que por definición pertenecen a todas las personas sin ninguna distinción y que, por tanto, deben garantizarse en cualquier circunstancia y en cualquier parte del mundo, tiene mucho que ver con la tradición internacionalista del movimiento obrero y las visionarias proclamas de los fundadores del materialismo histórico. Las fronteras son hoy auténticos agujeros negros de los derechos humanos; reclamar hoy la vigencia de estos retoma la aspiración a la fraternidad sepultada por la globalización capitalista.

Al tomar partido por situar la defensa de los derechos humanos como una prioridad tenemos que reconocer que para una defensa efectiva de su aplicación en la mujer es preciso, en primer lugar, una comprensión de las estructuras sociales y las relaciones de poder que condicionan no solo las leyes y las políticas, sino también la economía, la dinámica social y la vida familiar y comunitaria que hacen que sea vulnerable. Para combatir la violación de los derechos humanos que suponen la violencia contra las mujeres tenemos que asumir un compromiso de largo aliento para lograr un cambio radical que posibilite que niñas y niños, adolescentes y jóvenes, crezcan y vivan sin violencia y con bienestar en sus hogares, escuelas y comunidades.

Desde estas reflexiones, este número de Nuestra Bandera quiere poner el acento en que la cuestión fundamental cuando se habla de derechos humanos no es solo cómo fundamentarlos, sino, sobre todo, cómo protegerlos para hacerlos efectivos. El gran problema de los derechos humanos no estriba en cómo se definen, sino en cómo hacerlos respetar, porque aquí está el gran reto: ¿cómo hacerlos respetar? Porque en la medida que hoy en día todo mundo habla de los derechos humanos, incluso se dedican recursos públicos para su estudio y divulgación, sin embargo, las violaciones a los mismos están en aumento cuando cada acto de injusticia, cada acto de corrupción, cada acto de impunidad, cada acto de violencia, trae aparejado atropellos e injusticias.
 

En esta perspectiva, los artículos de este número de Nuestra Bandera, en su sección POLÍTICA, tratan de conformar una visión global, entrelazada y coherente del estado actual del cumplimiento de los derechos humanos desde diferentes puntos de vista, un instrumento para avanzar en conciencia colectiva, en objetivos de movilización y, en definitiva, en la gran transformación social que es la garantía definitiva para su aplicación efectiva.

Esta sección, que da título a la revista —«Avanzar con derechos. 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos»—, se abre con el trabajo de Diego Blázquez Martín, «Derechos Humanos y deber de memoria», en el que analiza el sistema internacional surgido de la II Guerra Mundial, basado en la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos, y que se fundamenta en un profundo y consciente ejercicio de memoria para evitar los desastres de la guerra y la destrucción de la dignidad humana. En este trabajo se realiza un recorrido por el proceso de integración del «deber de memoria» en los estándares de derechos humanos y sus últimos avances en el derecho español.

«La defensa penal de la laboralidad o cómo hacer frente a los desafíos de las plataformas digitales con los derechos humanos digitales», de Elena Cardezo Añón, se argumenta y valora de decisiva la acción del Ministerio de Trabajo y Economía Social en la defensa de las fronteras de la laboralidad, del derecho al trabajo como derecho humano, fuente de muchos otros de naturaleza laboral. En el estrictamente laboral y, quizá de forma aún más llamativa, el penal con la incorporación de un nuevo tipo que pretende, sin perder de vista el principio de intervención mínima, renovar los instrumentos penales para punir conductas que pasan, ni más ni menos, por la negación de la propia identidad laboral o del incumplimiento recalcitrante de la acción sancionadora administrativa.

Rafael Escudero Alday, en su trabajo «Los derechos de las personas consumidoras en el marco del proceso de especificación de los derechos humanos: el caso español», examina el art. 51 de la Constitución Española donde se mandata a los poderes públicos garantizar la defensa de las personas consumidoras. Expone que su cumplimiento exige la actuación de los poderes públicos en dos ámbitos: 1) reforzar los mecanismos de garantía de los derechos de los consumidores; y 2) avanzar hacia un modelo de consumo responsable y sostenible. Este trabajo se dedica a revisar lo realizado en estos últimos años por el Ministerio de Consumo para cumplir con lo mandatado.

«La presidencia española: una oportunidad para salvar el derecho de asilo», de Estrella Galán Pérez, pone en evidencia crisis de solidaridad y derechos humanos que se ha manifestado en los últimos años en la Unión Europea y que ha puesto en entredicho sus propios valores fundacionales. La respuesta ante el incremento de llegadas de personas migrantes y refugiadas a las fronteras a partir de 2015 ha mostrado la incapacidad de la Unión Europea para dar una respuesta común y respetuosa con las vidas y los derechos de las personas migrantes y refugiadas. A la apuesta firme por las políticas de externalización de fronteras y retorno, dejando de lado la necesidad de vías legales y seguras, se une la política de criminalización de la solidaridad y de la defensa de los derechos de estas personas.

El trabajo de Adoración Guamán, «Lex mercatoria, empresas transnacionales, derechos humanos y democracia: ¿puede el derecho poner fin a la impunidad?», se adentra en el análisis de algunas de las posibles estrategias jurídicas que encajan en ese «uso subversivo del derecho», partiendo de dos premisas básicas. La primera premisa es la asunción de la necesidad de superar la condicionalidad neoliberal para desarrollar políticas públicas para la vida buena y la garantía de los derechos (humanos y de la naturaleza). La segunda premisa parte de la aceptación del derecho como instrumento de dominación que produce, estructura, mantiene e impulsa las desigualdades, y que es funcional a las relaciones de dominaciones económicas, antropocéntricas y patriarcales en las sociedades.

«La lucha por el bien común y la defensa de los derechos de los pueblos indígenas», de J. Daniel Oliva Martínez, se propone realizar una introducción sobre los pueblos indígenas y el alcance y contenido de sus derechos específicos, al tiempo que aborda cuáles son los ejes del pensamiento y la práctica política de estos pueblos. También se analizan sus formas de organización y cómo desde sus principios y valores de vida comunitaria y su acción colectiva contribuyen a la protección del medio ambiente y a la generación de sociedades más justas, inclusivas y libres de explotación, enfocadas siempre en el bien común.

El artículo de Juan Moreno Redondo, «Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, una mordaza contra la Declaración Universal de los Derechos Humanos», recuerda que desde el año 2016 han sido numerosas las iniciativas parlamentarias que han tratado de impulsar la modificación de Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, conocida como «ley mordaza», aprobada en el año 2015 con el único apoyo del Partido Popular, entonces en el Gobierno. La nueva legislatura en la que los mismos actores políticos que no fueron capaces de ponerse de acuerdo para reformar la ley y avanzar en derechos deben volver a sentarse para alumbrar un acuerdo que, en la tercera tentativa, ponga fin a la mordaza legal que sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos supone la legislación aprobada en el año 2015, situando entonces a nuestro país en la vanguardia en la protección y promoción de los derechos cívicos fundamentales.

María Eugenia R. Palop nos aporta el trabajo «¿Son los derechos humanos para las mujeres? Los derechos humanos desde el “feminismo relacional”», en el que, desde lo que se podría llamar «feminismo relacional» plantea que los derechos humanos se tienen que reconceptualizar a partir de la autonomía y la libertad como relación, y no como autosuficiencia, inmunidad, separación o fragmentación. La libertad se concibe aquí, en opinión de la autora, como la singularidad de toda existencia en comunidad; liberarse es crear y transformar colectivamente nuestras condiciones de existencia y desarrollar la capacidad de coimplicarse en un mundo común.

«Una jurisdicción universal eficaz para combatir la impunidad», de Enrique Santiago Romero, plantea cómo las persecuciones por los tribunales españoles desde 1996 de graves crímenes internacionales que habían quedado impunes en todo el mundo ha sido, sin duda, la página más honrosa de una justicia que nunca fue debidamente democratizada al acabar la dictadura franquista. Sin embargo, presiones internas e internacionales forzaron su desaparición. En su opinión, la necesaria recuperación de la jurisdicción universal permitiría tanto reabrir causas ya archivadas a consecuencia de las anteriores reformas regresivas como investigar delitos impunes cometidos con anterioridad a la entrada en vigor de la nueva norma, una aspiración que cobra fuerza en este 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Joaquim Sempere, desde su aportación al debate «Las emergencias energética y climática ¿pondrán en peligro los derechos humanos?», analiza cómo las emergencias energética y climática amenazan los derechos humanos. Reducen las oportunidades vitales exacerbando las rivalidades entre clases y entre países. Los más vulnerables deberán luchar por un orden más sostenible, tal vez más austero, pero donde se satisfagan las necesidades básicas de todos en un contexto igualitario.

«Frente a la desmesura ecocida y genocida: una nueva generación de derechos gaianos» es el trabajo de Julio Setién, donde analiza cómo el uso masivo de combustibles fósiles en un marco capitalista nos ha llevado a traspasar los límites biofísicos que garantizan la vida humana, lo que puede conducirnos al ecofascismo, al colapso ecosocial. En su opinión, se impone reducir la base material de la economía —incompatible con el capitalismo— de forma democrática, equitativa, pacífica y planificada, universalizando los derechos humanos sostenibles, compartibles por todos y heredables, en un marco de derechos de los seres vivos, de la Tierra: una nueva generación de derechos gaianos para una sociedad socialista.

Cierra la sección el artículo de Mauricio Valiente Ots, quien señala en «Los derechos humanos y el socialismo en el siglo XXI» que la celebración del 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el papel que ha desempeñado en la política y el derecho internacional hasta nuestros días. Desde su aprobación en 1948 se ha desarrollado a todos los niveles un complejo entramado institucional y jurídico sobre los derechos humanos, con mucho de retórica e instrumentalización, al mismo tiempo que la izquierda y los movimientos sociales lo han utilizado para fundamentar buena parte de sus reivindicaciones. En este artículo se analiza qué papel pueden desempeñar los derechos humanos en un proyecto de transformación socialista en pleno siglo XXI.
 

Nuestra Bandera dedica su sección de CULTURA al cómic, «El cómic como instrumento de crítica social», que ubica en estas páginas por vez primera a un movimiento artístico que viene abriéndose camino como expresión de la realidad a través del dibujo, la historia o la novela gráfica, como hoy se expresa.

Tenemos un elenco de autores y autoras, y sin duda faltan muchas más, que consiguen hacer del cómic un instrumento de crítica y de compromiso. Hoy contamos con diez aportaciones que nos introducen en su conocimiento, los problemas que esconde, pero también su gran potencialidad para el conocimiento y la interpretación crítica de la realidad y la vida de hombres y mujeres.

Así, Pepe Gálvez, en su trabajo «El cómic, un gran potencial lastrado por los prejuicios y la precariedad», hace una breve exposición de las condiciones económicas, sociales y laborales en las que se ha desarrollado y desarrolla el medio de la historieta, así como de la evolución de su función social y su potencial transformador.

Desde el compromiso con la memoria democrática, contamos con tres artículos. De Sento Llobell, «La posmemoria gráfica», que nos habla de la experiencia de utilizar la historieta como vehículo narrativo para hablar de memoria histórica. A través de la novela gráfica trasmite las vivencias del Dr. Uriel durante la guerra posterior al golpe de Estado de 1936, trabajándolas junto a Elena Uriel, su hija. Así nació la trilogía de Un médico novato (2013), Atrapado en Belchite (2014) y Vencedor y vencido (2015), en su primera edición, y Doctor Uriel (2017) en la edición integral de toda la historia. En la novela se vierten los problemas, atrocidades y negocios que la guerra conlleva. Ahora Sento y Elena —explica— narran en una nueva historieta, la vida de su hijo Adis durante otra guerra, la de Bosnia (1992-1995), cuando tenía entre seis y nueve años. Los testimonios que recogen son recurrentes: «Ahora estamos dibujando otra denuncia de la bárbara irracionalidad de los poderosos que fabrican las guerras».

El de David Fernández de Arriba, «La memoria histórica en el aula a través del cómic», defiende el importante papel que puede desempeñar el cómic como herramienta didáctica para trabajar la memoria histórica en el aula. Tras un breve repaso a la trayectoria del autor en este campo, el texto define las características que convierten al cómic en una potente herramienta didáctica, justifica la necesidad e importancia de acercar la historia del siglo XX de España al público adolescente y concluye aportando una serie de títulos a modo de canon.

Y el de Jesús Lacasa Vidal, «Víctor Mora, el compromiso político del creador literario del Capitán Trueno», donde resalta la figura del escritor barcelonés Víctor Mora como el destacado novelista, cuentista, articulista y guionista de historieta que fue. Su vida estuvo marcada por sucesivos exilios en Francia: primero, como hijo de un refugiado republicano y, más tarde, a consecuencia de su compromiso político con el PSUC. En París se le abrieron las puertas de las más prestigiosas revistas de historietas, como Vaillant, Spirou, Tintin o Pilote.

El enfoque de género y el compromiso con los feminismos entran de la mano de tres autoras. Para empezar, Marika Vila i Migueloa, quien en «Recuperar el cuerpo: las voces de las autoras de cómic crean un diálogo intergeneracional» analiza cómo, en el discurso canónico del cómic, la construcción de la representación femenina se hizo históricamente sobre el icono de un artefacto «mujer» ocupado por las voces de la masculinidad clásica. Y expone la forma en que, ejerciendo la autorrepresentación, las autoras pioneras rompieron el modelo marcando el inicio de una voz propia en la iconografía del cómic desde los años setenta del siglo XX. Recuperar sus voces es importante para descubrir la construcción de las nuevas formes de subjetividad, pero también para descubrir el hilo discursivo que las une en diálogo potente con las nuevas autoras emergentes.

Alicia Palmer, en su obra «Feminismo en el cómic occidental», resalta el hecho de una multiplicación muy notable de autoras frente al cómic tradicional enmarcado en un contexto muy masculinizado, lo cual se nota en la oferta de contenidos. El resultado se aprecia en la ilustración, donde cada vez hay más mujeres reales y diversas como protagonistas, pero sobre todo en la cantidad de novedades con historias que reflejan otra subjetividad, otras vivencias en primera persona y cierto interés por rescatar relatos y biografías que no habían sido contados. Pero si hemos llegado hasta aquí es porque ha habido pioneras que han abierto camino con todo en contra y a las que, en justicia, rescatamos del olvido. El discurso actual de las jóvenes que continúan en esta senda feminista abierta por ellas es muy potente y diverso. Su sensibilidad también varía según las culturas de origen; nosotros nos vamos a centrar en la industria occidental (cómic USA y BD europea).

Y Cristina Hombrados Laguarta, que nos aporta «Maternidades en el cómic». En opinión de la autora, el tebeo, como medio de comunicación de masas que es, brinda una foto fija no solo del instante y del contexto en el que es creado, sino también de la voluntad de expresión de la persona que lo crea.

Desde los años setenta las autoras se han servido de él como vehículo para compartir sus inquietudes, sus experiencias y su sentir. En el presente artículo se hace un repaso por cómics publicados en nuestro país en los últimos años que abordan el tema de la maternidad en sus diferentes vertientes y desde un punto de vista principalmente autobiográfico.

Cerrando la sección, contamos con diversas experiencias autorales. Javier de Isusi analiza en su obra, «Un acto de profunda resistencia», la realidad de las migraciones y los exilios, y manifiesta que atrevernos a escuchar las historias de las personas migrantes es atrevernos a dejarnos transformar por ellas en un compromiso que denuncia los desarraigos y problemáticas de quienes se ven forzados a dejar su medio.

Adrián Bago nos aporta «Tebeos: onomatopeyas de precariedad», una obra entre el análisis y la confesión donde trata de mostrar los datos objetivos de un mercado casi inexistente y precarizador y las sensaciones de un autor que trata de sacar adelante su obra desde la más absoluta precariedad.

Y Elías Taño con «Las que quedan», que constituye un breve relato sobre encuentros juveniles que llevaron al autor a tomar conciencia del lenguaje del cómic como valiosa herramienta de narración capaz de concentrar mundos posibles e historias implacables; un recorrido por este medio de masas que, a pesar de todo, se niega a perecer entre la vorágine mercantil de la cultura dominante. Y de cómo la política atraviesa ese lenguaje y posibilita la manera de sostener un relato colectivo, el de los nadies, para narrar el lento y tortuoso camino que nos llevará a romper nuestras cadenas. Cada poema, cada canción y cada cómic sirven para reconocernos, saber de dónde venimos y dibujar hacia dónde vamos sin que el poder nos imponga su propia épica, nos expresa el autor.
 

La sección de AUTORES INVITADOS la abre el profesor Antonio Laguna Platero con su trabajo «La caricatura, imágenes del poder», que constituye un análisis de la caricatura como forma de traducir la imagen del poder a las capas populares. En su dimensión histórica se analiza el caso de Eduardo Sojo y de las caricaturas de Franco que llevó a cabo La Traca entre 1936 y 1938.

«Dialéctica de la memoria», de Miguel Manzanera Salavert, es un extracto de la ponencia al Congreso Internacional de «La Desbandá», en Mollina, sobre la memoria histórica, de octubre de 2022 y presentada, asimismo, en el Coloquio de Historiadores de Cuba dentro del Evento por el Equilibrio del Mundo en enero de 2023. Mantiene como eje de su exposición la necesidad de una nueva memoria histórica ante el relato ofrecido por la contemporánea sociedad de masas, que ha suprimido la información relevante en el orden social que haría posible tomar decisiones políticas racionales y amenaza también a la biosfera terrestre. Como hizo el franquismo para ocultar su naturaleza injusta, arbitraria, cruel e insostenible; y es que la liquidación de la memoria, en opinión del autor, nace de una culpabilidad que no quiere reconocerse.

Por último, Jesús Rodríguez Rojo nos aporta «Apuntes sobre la lucha de clases en la Universidad». La Universidad como institución es aún hoy un agente politizador de primer nivel, y en opinión de su autor quizás sea, en ese y otros sentidos, lo más parecido a una fábrica fordista que queda en muchas regiones. En este artículo se reflexiona sobre el papel de la Universidad en un proceso de transformación revolucionario y acerca de la actitud que los y las revolucionarias deben tomar hacia ella en el presente.

 

La sección A VUELTAS CON LOS CLÁSICOS incluye esta vez un breve texto de Ernst Bloch sobre los derechos humanos, concretamente el prólogo a su libro Derecho natural y dignidad humana (1961). En él se plantea, sin negar las críticas a su utilización como factor legitimador de la sociedad capitalista por parte de la burguesía ascendente, el papel que el derecho natural, críticamente asumido, puede tener en la defensa de la dignidad humana, complementario de la lucha contra la explotación propia de las «utopías sociales». El texto va precedido de una introducción de Francisco Erice, «Bloch, el marxismo y los derechos humanos», que sitúa las tesis de Bloch dentro de la tradición marxista en sentido amplio, repasando algunos de los dilemas, cambios y actualizaciones de la misma en relación con la conceptualización y la práctica de los derechos humanos.

 

La sección de LIBROS ofrece tres propuestas. Verde, roja y violeta. Una izquierda para construir ecosocialismo, obra de Francisco Fernández Buey, con reseña de Salvador López Arnal bajo el título: «¡Verde que te quiero rojo, violeta y verde!».

Una segunda propuesta, Cuestión de clase. De la crítica de la sociología a la acción política revolucionaria, de Jesús Rodríguez Rojo, con reseña de Luis Felipe López Espinosa; y, por último, Fran Pérez Esteban entrega su reseña sobre Plomo y gualda. Entierro de Manuel Azaña en México, de Juanarete y Manuel Granell con prólogo de Loreto Urraca.

Por último, agradecer a Mauricio Valiente, Jesús Lacasa y Pepe Gálvez su trabajo en la conformación de este número, así como a los diversos autores y autoras por su rica y rigurosa aportación a Nuestra Bandera y a quienes con su trabajo hacen posible que esta revista vea la luz.

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Nuestra Bandera, la revista teórica y de debate del Partido Comunista de España (PCE) apareció el 15 de julio de 1937 en Valencia, en plena Guerra Civil, debido a la necesidad de armar ideológicamente y formar a la militancia comunista en la defensa de la Republica y la democracia, en una situación tan difícil como fue la Guerra Civil.
 

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