El PCE rechaza la política azerí de la fuerza y los hechos consumados. La agresividad de Bakú pone en riesgo la frágil estabilidad regional y amenaza con una nueva guerra.
Del mismo modo denunciamos la sistemática violación azerí de los Acuerdos del Alto el fuego del Alto Karabaj de 2020. Una violación no solo militar, con sistemáticas incursiones en zonas desmilitarizadas, sino también humanitaria, habiéndose establecido bloqueos terrestres en el enclave de Nagorno Karabaj al punto de generar un grave crisis alimentaria en la región.
Reiteramos nuestra apuesta por el dialogo y la diplomacia como la única solución deseable para una disputa de larga data que debe dirimirse en el marco del Derecho Internacional.
Señalamos que las pretensiones de Azerbaiyán por controlar la totalidad del enclave se están traduciendo en una política de desplazamiento forzoso de la población que bien podríamos calificar de limpieza étnica, con una restricción -e incluso eliminación física- de los elementos culturales, religiosos, lingüísticos y sociales.
Del mismo modo rechazamos las pretensiones geopolíticas de terceros actores que buscan maximizar sus intereses internacionales, aunque ello conlleve llevar a dos países al conflicto armado. Muy singularmente denunciamos los intentos del imperialismo norteamericano por ganar peso en el Cáucaso, que ha anunciado maniobras militares en la zona, gracias a una cambiante -y errática- política exterior de Armenia.
El PCE exige el cese inmediato de las hostilidades, el cumplimiento de los Acuerdos de alto el fuego de 2020 con la necesaria supervisión internacional, el establecimiento de corredores humanitarios en Nagorno Karabaj y la apuesta por un proceso de diálogo y diplomacia.