La llegada de refugiados de Oriente Medio a la Unión Europea concentrados en la frontera de Polonia y Bielorrusia ha sido calificada de "ataque híbrido" por el gobierno polaco y por las autoridades de la Unión. Entre dos mil y tres mil personas (la tercera parte de los inmigrantes que entraron en Ceuta el 17 de mayo de 2021) desamparadas son calificadas de "peligro" para la Unión Europea, donde viven cuatrocientos cincuenta millones de ciudadanos. El Alto Representante, Josep Borrell, culpó a Minsk de la crisis migratoria, sin hacer ninguna referencia a las guerras y la destrucción en los países de donde huyen los refugiados, y lo mismo hizo el secretario general de la OTAN, Stoltenberg. La Unión Europea y los principales países miembros ocultan deliberadamente que la causa de ese éxodo bíblico de pobres, de perseguidos, son las guerras de rapiña y destrucción que inició Estados Unidos en Oriente Medio y que sus aliados europeos apoyaron.
Las indignas palabras del primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, un hombre de extrema derecha, acusando a Bielorrusia de "atacar" a su país son hijas también de la vergonzosa historia que sus gobiernos y sus militares han protagonizado en los últimos años. Polonia envió miles de soldados a Iraq, acompañando a Estados Unidos en la guerra que destruyó el país y que causó centenares de miles de muertos. Estados Unidos encargó a Polonia la ocupación de una parte de Iraq, y sus militares posaron satisfechos con banderas norteamericas y pisotearon las ruinas arqueológicas de Babilonia adonde habían llegado los soldados polacos del general Andrzej Tyszkiewicz, quien paseaba sonriente con el jefe del Pentágono, el criminal de guerra Donald Rumsfeld.
La agresividad polaca acusando a Minsk y Moscú no puede desligarse del despliegue militar de la OTAN en el Mar Negro y el Báltico, y de las acusaciones de Kiev sobre un supuesto plan ruso para atacar Ucrania. Zelenski, además, ha acusado a Rusia de apoyar los preparativos para un golpe de Estado en Ucrania, que sus servicios secretos supuestamente habrían desarticulado. Que tres mil refugiados llegados a Bielorrusia hayan desatado esa histeria en Bruselas y en Varsovia es un signo más de una inhumana política que solo piensa en pagar a policías de otros países, como Turquía o Libia, para que hagan el sucio trabajo que demanda la Unión Europea. Que países-cliente de Estados Unidos, como Polonia, Lituania y Ucrania, además de Stoltenberg, coincidan en el tiempo realizando graves acusaciones a Minsk y Moscú, aunque no muestren ninguna prueba, es también un peligroso síntoma de la deriva belicista en Washington y en el cuartel general de la OTAN en Bruselas. Acusar a los refugiados, que solo huyen de la guerra, de ser el instrumento de un "ataque híbrido" de Bielorrusia y Rusia, ahonda la vergüenza en que se ha empantanado la Unión Europea en su subordinación a Washington.
Estados Unidos, principal responsable de ese éxodo, se ha declarado conmovido por la situación de los migrantes en la frontera polaca... al mismo tiempo que apalea a los migrantes en su frontera con México, y mientras la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, adopta el lenguaje de la extrema derecha: “Lituania ha respondido a este ataque con humanidad y firmeza. La Unión Europea está a su lado y le ayuda a gestionar su frontera. Lituania se beneficia con 37 millones en ayuda de emergencia. Estamos triplicando los fondos para gestión fronteriza de Letonia, Lituania y Polonia a 200 millones de euros en 2021 y 2022”, escribió sin avergonzarse.
Esa “humanidad y firmeza” de la que habla Von der Leyen son los quince mil soldados polacos que el gobierno de extrema derecha de Varsovia ha enviado a la frontera con armamento pesado, son las porras de la policía polaca que golpean a quienes se hallan desamparados, son las miserables alambradas y los cañones que lanzan agua a los refugiados bajo temperaturas gélidas; son los focos y altavoces que los ciegan y asustan; son las persecuciones y palizas a quienes han conseguido entrar en territorio polaco para que vuelvan sobre sus pasos, ignorando las obligaciones humanitarias y violando el deber del Estado polaco de atender las demandas de asilo. Esa actitud contrasta con la mantenida por Minsk, porque ha sido Bielorrusia quien ha facilitado alimentos, ropa y asistencia médica a esos refugiados, y no Polonia ni la Unión Europea, y porque la Comisión Europea ha sido incapaz de aprobar una sola medida de ayuda a los refugiados, a mujeres y niños que resisten bajo el frío, revelando que el único objetivo de la Unión Europea es cerrar el paso a los refugiados.
Ante la dramática situación en la frontera polaco-bielorrusa, donde Polonia y la Unión Europea se niegan a cumplir su obligación humanitaria de ayudar a refugiados atrapados en el barro, durmiendo a la intemperie, donde catorce personas han muerto; ante la violencia de la policía de fronteras polaca apaleando a los refugiados, acosándolos con focos, a la Comisión Europea no se le ocurrió nada más que proclamar su apoyo al gobierno polaco, anunciando después que enviaría 115 agentes de FRONTEX y de Europol, para reforzar la vigilancia de las fronteras con helicópteros y patrullas equipadas con anteojos de visión térmica, además de ayudar económicamente a Polonia y Lituania.
El Partido Comunista de España denuncia la violación de los derechos de los emigrantes, y la hipocresía y las mentiras con que la Unión Europea y Estados Unidos se enfrentan a la situación, y exige que la Comisión Europea articule de inmediato medidas humanitarias y atienda las peticiones de asilo de los refugiados. La Unión Europea no puede seguir ignorando sus obligaciones, y la primera de ellas es cumplir con el derecho de asilo, con las convenciones internacionales y la asistencia humanitaria que estipular el derecho internacional humanitario, DIH, y el derecho internacional de los derechos humanos, DIDH. La Unión Europea no puede seguir viviendo en la mentira y la vergüenza.