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Nº 260 de Nuestra Bandera - La paz, objetivo de un sistema de seguridad compartido.
11 de Julio de 2023

En defensa de un modelo de seguridad compartida que recupere el espíritu fundacional de Naciones Unidas Cuando se edita este número de Nuestra Bandera todavía no se conoce si ha sido posible alcanzar un acuerdo que permita la formación de un nuevo Gobierno o estaremos abocados a una repetición electoral. En todo caso los resultados del 23 de julio han supuesto una derrota para quienes daban por seguro un Gobierno de coalición entre la derecha extrema y la extrema derecha. La resistencia del PSOE y de Sumar deja en manos de las fuerzas nacionalistas la posibilidad de formar gobierno.

Tiempo habrá en el próximo número de analizar cómo se empieza a resolver una situación que, al día de hoy, presenta muchas incógnitas y pocas respuestas. De manera especial sabremos si ha sido posible la configuración de un Gobierno que culmine reformas que se quedaron pendientes la pasada legislatura, como la esperada derogación de la ley mordaza o el encauzamiento por vías políticas de las tensiones para cerrar un modelo de Estado acorde con la realidad plurinacional de España, al tiempo que se mantiene el escudo social en momentos que se anuncian difíciles si la Unión Europea endurece su política monetaria.

En este número nos planteamos una cuestión importante que, teniendo perspectivas globales, afecta directamente a nuestra realidad cotidiana: nos referimos al aumento de la tensión belicista que nos lleva al debate sobre la configuración de un orden internacional que se encuentra en transición y al modelo de seguridad que lo sustente.

Para afrontar este debate desde una perspectiva histórica, recordemos cómo en octubre de 1945, con la humanidad horrorizada por la barbarie que supuso la Segunda Guerra Mundial con su secuela de destrucción y muerte, nacen las Naciones Unidas como un instrumento internacional para resolver los conflictos de manera pacífica, negociada y diplomática, al tiempo que se propone poner en marcha mecanismos para promover el progreso económico y social en todos los países. Se puede decir que la Carta Fundacional de la ONU define un modelo de seguridad integral.

Sin embargo, este clima de cooperación entre los Estados que habían salido victoriosos de la guerra contra el nazi-fascismo se rompe en 1947 con el comienzo de la Guerra Fría y la política estadounidense del roll-back, que dividió al mundo en dos bloques de países enfrentados entre sí, anulando en la práctica el modelo de seguridad integral que definía la carta fundacional de Naciones Unidas y sustituyéndolo de facto por otro modelo de seguridad basado en la disuasión nuclear. Dicho modelo afirmaba que la mejor manera de asegurar la paz era conseguir un equilibrio militar en el que ninguno de los dos bloques tuviera fuerza suficiente para imponerse al otro por la vía militar.

Este modelo de seguridad, por una parte, daba lugar a una espiral de crecimiento continuo de los arsenales militares en beneficio de las grandes empresas de la industria militar y, por otra, traspasaba los fondos necesarios para asegurar el progreso económico y social de los países menos desarrollados para dedicarlos a la carrera armamentista.

Una consecuencia de este nuevo modelo de seguridad fue anular en la práctica a las Naciones Unidas como instrumento para resolver los conflictos de una forma diplomática y negociada, quedando reducidas a ser una caja de resonancia de los intereses de las grandes potencias, de manera especial de los Estados Unidos, que las utilizó en su beneficio en diversas ocasiones como, por ejemplo, en la guerra de Corea.

El fin de la Guerra Fría, con la implosión de la Unión Soviética y la disolución del Pacto de Varsovia, no terminó con esta lógica de ligar la seguridad con potencia militar. A lo que sí llevó fue a sustituir el enemigo soviético por un nuevo enemigo, el llamado «terrorismo internacional», al que se dijo que se declaraba una guerra, necesaria para seguir fortaleciendo el potencial militar de los Estados Unidos. En realidad, de lo que se trataba era de justificar la intervención de los Estados Unidos en cualquier lugar del planeta. Pasados más de veinte años de esta cruzada contra el terrorismo el mundo no era más seguro, y la OTAN, el brazo armado del imperio, se arrogaba el derecho de intervención en cualquier lugar del planeta.

Al mismo tiempo que la OTAN seguía fortaleciendo su expansión y su capacidad militar, los Estados Unidos desarrollaban una ofensiva para consolidar un orden internacional unipolar que se acompañaba de un «pensamiento único» legitimador del neoliberalismo como el sistema económico, social y cultural vigente en todo el planeta. Este pensamiento único ha identificado la «defensa de los derechos humanos» con el derecho de intervención militar allí donde los intereses imperiales se ven amenazados, sin pararse en las consecuencias de los conflictos que ha generado en este período (Irak, Siria, Afganistán, Ucrania…).

Sin embargo, parece que este modelo de orden unipolar ha entrado en crisis. Así, en enero de 2021 la Directiva de Seguridad Nacional de los Estados Unidos reconoce explícitamente que este país había perdido la iniciativa política y estaba en fase de decadencia, planteando como estrategia de recuperación agrupar a lo que cínicamente llaman «países democráticos» para confrontar con lo que más cínicamente aún definen como «países autoritarios», en una vuelta a la situación de guerra fría que le asegurase el dominio sobre grandes zonas del planeta. La base de esta estrategia sigue estando en la defensa de un modelo de seguridad basado en el alineamiento incondicional de los aliados y el fortalecimiento del gasto militar, pasando la OTAN a ejercer de facto el papel rector frente a las instituciones «civiles» (como la Unión Europea), que se ha subordinado a ella. En esta sumisión exigida por la percepción de la propia posición, los Estados Unidos definen (unilateralmente) a sus enemigos sistémicos y obligan al resto de aliados a alinearse con esas decisiones geoestratégicas. Es el caso de China.

Pero los Estados Unidos no han conseguido, por el momento, sus objetivos en la medida que los países calificados como enemigos sistémicos no han reaccionado configurando un bloque económico-militar, sino que han venido a plantear unas relaciones internacionales de carácter multilateral, basadas en el beneficio mutuo, recuperando lo que sería el modelo de seguridad de carácter integral definido en la Carta de Naciones Unidas.

En esta perspectiva se abre paso la colaboración de una serie de países que, desde diferentes sistemas económicos y diversas realidades culturales y religiosas, se niegan a facilitar la estrategia de llevar al mundo a una nueva Guerra Fría que justifique mantener el modelo de seguridad basado en la capacidad militar.

La reunión de los BRICS en Sudáfrica, su decisión de ampliación y de avanzar en fórmulas que rompan el dominio y monopolio de los Estados Unidos en el ordenamiento financiero y económico internacional, es la constatación de la fuerza que toma esta nueva contradicción en la configuración de un nuevo orden internacional.

La coyuntura internacional está marcada, pues, por la confrontación entre quienes tratan de llevar al mundo a una situación de Guerra Fría que lo divida en bloques de Estados, como estrategia para frenar el declive del orden unipolar bajo la hegemonía de Estados Unidos, y la emergencia de una serie de Estados que se niegan a integrarse en ningún bloque y defienden un orden mundial con relaciones multilaterales que ya no esté sometido a ninguna dependencia tecnológica ni militar y que, por tanto, puede plantearse decisiones autónomas.

El peligro de la tentación bélica para mantener el statu quo hace más necesario que nunca poner en pie un potente movimiento antimilitarista y por la paz, por un nuevo sistema de seguridad mutua de carácter integral basado en un gran acuerdo, y que se oponga decididamente al incremento de los presupuestos militares y el desarrollo de nuevas armas y persiga el progreso de todos los Estados del mundo. Así pues, hoy cobra toda su importancia el movimiento por la paz para presionar en favor de una salida negociada, diplomática, de los conflictos bélicos que hoy se desarrollan en todo el mundo, porque somos conscientes de que mientras no se cierre la guerra de Ucrania de una manera diplomática y negociada el imperialismo seguirá teniendo el mejor caldo de cultivo sobre el que sostener su ofensiva en favor de una nueva Guerra Fría.

Por ello, este número de Nuestra Bandera apuesta por la defensa de un modelo de seguridad compartida que recupere el espíritu de la Carta de Naciones Unidas de resolución de los conflictos internacionales de forma negociada. Un modelo de seguridad que deje sin sentido la escalada armamentista y permita traspasar gastos militares a fondos para facilitar el progreso de los países menos desarrollados.

 

Así, los artículos que publicamos en la sección POLÍTICA bajo el título «La paz, objetivo de un sistema de seguridad compartido», recogen diversas aportaciones de autores y autoras sobre la temática expuesta.

Walter Baier, presidente del Partido de la Izquierda Europea, abre la sección con su artículo «La paz es nuestra victoria», donde, tras analizar los orígenes de la guerra de Ucrania, manifiesta que la expansión de la OTAN hacia el este no puede justificar la agresión fatal de la Federación Rusa. A la vez, el autor señala que la autonomía estratégica de la Unión Europea se ha sacrificado a la guerra y al inminente enfrentamiento geopolítico entre Estados Unidos y la República Popular China. Para Baier, poner fin a la guerra en Ucrania por medios políticos y diplomáticos es la prioridad del momento, abriendo de nuevo la puerta a un sistema de seguridad colectiva en Europa.

«¿Puede Europa tener una política exterior independiente?» es la aportación del responsable de Relaciones Internacionales del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB), Bert De Belder, donde constata un dominio cada vez mayor de Estados Unidos sobre Europa como consecuencia de la guerra de Ucrania, lo que ha contribuido a intensificar la guerra al tiempo que pretende la «desvinculación» de la Unión Europea de China, lo que reduciría aún más el peso de Europa en el mundo. En opinión del autor, a los pueblos de Europa les interesa que sus países desarrollen una política exterior independiente que incluya la cooperación mundial y la diversidad de las relaciones internacionales.

José Luis Centella, presidente del PCE, contribuye en este número con una reflexión en torno a la importancia de repensar un modelo de seguridad global e integral. Analizando propuestas procedentes de China, América Latina o África, alejadas de interpretar el mundo en dos grandes bloques, insiste en la idea de seguridad colectiva. En «La oportunidad de abrir el debate sobre la necesidad de un modelo de seguridad integral de carácter global» llama a la Unión Europea a que asuma la búsqueda una salida negociada a la guerra en Ucrania.

Maite Mola, secretaria de Relaciones Internacionales del Partido de la Izquierda Europea (PIE), analiza en «Ingeniería del odio» cómo la extrema derecha utiliza en la actualidad el odio y la violencia para avanzar posiciones. Como expresión de ello señala el creciente anticomunismo y antifeminismo, así como el negacionismo climático, y sintetiza propuestas llevadas a cabo por el PIE para combatir este fenómeno en Europa.

El Dr. Alejandro Rusconi, abogado integrante del Movimiento Evita de Argentina y miembro del Grupo de Trabajo del Foro de São Paulo, analiza en «America Latina y el Caribe, un territorio en disputa» los factores que han hacho entrar en crisis el orden internacional hasta ahora imperante, en cuyo contexto sitúa el rol de América Latina y el Caribe. Desentraña las tensiones existentes en la región, los desafíos de la izquierda para poder cumplir un papel protagonista como región en el proceso de transición hacia la conformación de un nuevo orden multipolar basado en la cooperación, el diálogo, la solidaridad, la no injerencia, la soberanía, la justicia social y la paz.

«La búsqueda de la paz integral, un propósito democrático» es el trabajo de Jaime Caycedo, antropólogo y presidente del PC colombiano, donde desgrana el proceso de paz integral en Colombia en el contexto del Gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez. Destaca los factores internos que se oponen a la solución política e intentan obstaculizar las reformas de profundo contenido social que intentan romper con el neoliberalismo. Incide en las propuestas de reforma agraria como clave para abordar el problema estructural colombiano y como garantía de salvaguarda de la Amazonia. Denuncia que la política estadounidense antidrogas en la región encubre formas de intervencionismo contra el propósito de alcanzar una paz justa y democrática que contribuya a la equidad y respete la soberanía de los pueblos. Concluye Caycedo con la necesidad de romper las dinámicas colonialistas de Estados Unidos y la Administración de Control de Drogas (DEA) y sustituirlas por una cooperación en igualdad.

Yao Fei, diplomático chino y observador de temas internacionales, en su artículo «Construir una comunidad de futuro compartido para la humanidad: la propuesta de China para la paz y el desarrollo mundiales», desarrolla la tesis de futuro compartido frente a las teorías de superioridad de una civilización sobre otra. En este sentido, nos presenta la propuesta de China de Iniciativa de Civilización Global.

Con motivo del Día Internacional de la Paz, proclamado el 21 de septiembre por parte de Naciones Unidas, Willy Meyer, en su trabajo «Dia Internacional de la Paz: la OTAN, un peligro real y un mal ejemplo», reflexiona en torno a las actuaciones ilegales de la OTAN a lo largo de su historia. Pasando por Yugoslavia, Afganistán, Irak o Libia hasta la actualidad con Ucrania, llama —como conclusión— a la disolución de la OTAN como única fórmula para lograr una seguridad compartida.

Rafel Poch de Feliu, en «Hacia la Tercera», califica de escándalo histórico que no exista en Europa un movimiento popular por la paz tras la espiral belicista que se ha generado por la guerra de Ucrania, donde la OTAN arrecia la presión militar contra Rusia, lo que, en su opinión, incrementará no solo la propia acción militar rusa, sino también una mayor implicación industrial-militar china hacia Rusia, mientras en Asia Oriental se prepara el segundo frente. Un abanico bélico abierto hacia la Tercera. El texto de Víctor Ríos «Retos y caminos actuales del sentido común pacifista» aborda los retos actuales del pacifismo poniendo el acento en los riesgos y consecuencias de la nueva amenaza nuclear. Presenta una agenda de cuestiones para la paz y esboza una distinción entre los distintos planos del movimiento por la paz, las movilizaciones pacifistas y el pensamiento pacifista de nuestra época.

«¡Por un mundo de paz!», de Ilda Figueiredo, señala que el complejo tiempo que vivimos a nivel internacional está lleno de posibilidades para movilizar y construir alternativas para el progreso y el desarrollo social, la defensa de la paz y la cooperación en la lucha ideológica actual. Asimismo, dice que la defensa de la paz, junto con la lucha por la justicia y el progreso social, sigue siendo uno de los mayores desafíos de este tiempo. En este contexto, la autora expone iniciativas del Consejo Portugués para la Paz y la Cooperación que han venido reforzando al Movimiento por la Paz en Portugal.

«Ucrania, la guerra en la que los medios lograron el gran consenso social» es el crítico artículo de Pascual Serrano, en el que resalta el papel de los medios de comunicación a la hora de «vender» la guerra, destacando en el caso de Ucrania la eficacia prácticamente absoluta a la hora de conseguir un consenso social, en apoyo al Gobierno de Kiev, basado en el silenciamiento de la crítica, las mentiras en los relatos de la guerra y una docilidad política que ha permitido superar, en su opinión, los límites de la complicidad con el crimen. Destaca la esperanza de que la vergüenza por la muerte y destrucción provocada permita «rectificar y entrar en el terreno de la decencia», levantándonos contra esta guerra.

En el artículo «Sobre la guerra y la paz (una vez más)», Andrés Piqueras explica que las causas estructurales de las guerras no se pueden contrarrestar con presupuestos morales ni apelaciones a la equidistancia entre las partes. Por el contrario, resulta imprescindible conocer esas causas para poder combatirlas, lo que conlleva, si se quiere ser efectivamente coherente, enfrentar el propio sistema que las genera, lo cual requiere también de una acertada ubicación geoestratégica.

En «La guerra en Ucrania, la amenaza nuclear y la necesidad de una nueva política de distensión», Heinz Bierbaum, actual presidente de la Fundación Rosa Luxemburgo, analiza cómo la guerra en Ucrania ha pasado de ser una respuesta a la agresión rusa a una guerra de poder donde el objetivo de Estados Unidos y la OTAN es debilitar a Rusia en un contexto en el que la Unión Europea sigue fielmente estas políticas. En opinión del autor, la izquierda debe ver la guerra desde una perspectiva de clase. Enfatiza la necesidad de ponerle fin lo antes posible y parar la entrega de armas a Ucrania, pues solo desde la política, apoyando las iniciativas diplomáticas de los Estados africanos, Brasil y China y desde la óptica de una seguridad colectiva para Europa, se puede alcanzar una salida beneficiosa. Ve necesario un debate sobre la paz en el marco de una nueva política de distensión. El presidente de la Rosa Luxemburgo ve necesario un fuerte movimiento por la paz, impulsado por una izquierda con posiciones claras.

Tica Font, del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, señala en su trabajo «Estados Unidos-China: competición tecnológica, competición por la hegemonía mundial» cómo Estados Unidos y China han entrado en una competitividad clara por la hegemonía mundial. Para Estados Unidos quien controle la tecnología ostentará la hegemonía. Esta lucha por el control tecnológico comportará una lucha por los minerales estratégicos necesarios. La gran cuestión es cómo evitar que esta competitividad/confrontación acabe en una guerra.

«Política de bloques, belicismo y gasto militar» es el trabajo de Pere Ortega, del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, incita a la izquierda a reflexionar sobre los efectos negativos de la economía militar para el desarrollo social y, en sentido contrario, caminar hacia un desarme con el objetivo de crear un equilibrio en seguridad a nivel regional y mundial. Expone que el mejor camino para construir la paz es promover procesos de seguridad común entre países que facilite la multipolaridad, la confianza mutua, el respeto a la soberanía, la cooperación y el apoyo mutuo entre Estados para alcanzar una seguridad común y compartida. Un camino, para el autor, hacia la convivencia que pretenda sustituir las sociedades competitivas y patriarcales por otras donde prime la cooperación y que reduzca las desigualdades de género y sociales. Ese es, en su opinión, el mejor camino para construir la fraternidad a que aspira el socialismo.

La entrevista que reproducimos de Alberto García Saleh a Rafael Díaz Salazar, bajo el título «China no va a permitir que Rusia utilice armamento nuclear», se inicia con un recorrido histórico sobre las relaciones de Rusia y Ucrania que parte de sopesar los motivos de la invasión rusa a este país. Una visión, necesaria de conocer, que alude a la apuesta que el Vaticano hace por la paz en esta guerra y a las propuestas del papa Francisco para detener la contienda, tal como ha vuelto a insistir en su último viaje a Portugal.

Se cierra la sección con la «Declaración Final de la Cumbre de los Pueblos Latinoamericanos, Caribeños y Europeos» celebrada en Bruselas los dias 17 y 18 de julio de 2023.

 

La sección de CULTURA rinde sendos homenajes a dos personalidades con un espacio propio y reconocido: Pablo Ruiz Picasso, a los cincuenta años de su fallecimiento, y Valeriano Bozál Fernández, que nos dejó este año.

En el pimer caso, reproducimos el trabajo de José María Moreno Galván en la revista Triunfo: «Picasso. Un centenario celebrado con quince años de anticipación» (1966), una magnífica glosa del pintor malagueño, «el español más universal», tal como lo define el autor, capaz de haber influido en todos los valores de nuestra civilización. Un riguroso repaso de su obra y de su compromiso en el contexto histórico que le tocó vivir.

A continuación se publica el trabajo de Willy Meyer sobre Moreno Galván, un tributo a este gran crítico de arte «símbolo de la resistencia y de la cultura antifranquista». Tal como refleja Meyer, Moreno Galván «hizo de la estética su forma de vida no como forma contemplativa, al contario, como herramienta para aproximar el arte a la realidad social y, por tanto, sin rehuir el compromiso colectivo en la lucha por la libertad y la justicia social».

A los ochenta y dos años nos ha dejado quien fuera redactor jefe de Nuestra Bandera durante los años de la transición, Valeriano Bozal Fernández (1940-2023). Bozal fue un destacado integrante del Equipo Comunicación, cuya labor editora y de difusión del marxismo en las postrimerías de la dictadura fue de capital importancia, y ha sido luego un influyente historiador del arte. De la mano del profesor Francisco José Martínez nos acercamos a las diversas dimensiones de la trayectoria intelectual de Valeriano Bozal: sus colaboraciones en las revistas de la España de los sesenta como especialista en la obra de Goya. El escrito del profesor Martínez, «Valeriano Bozal en la rama», nos suministra un corte transversal del panorama intelectual de la España vivida por Bozal. Sirva esta contribución como tributo y reconocimiento de nuestra revista.
 

Chile, siempre en nuestra memoria, nos lleva a a conmemorar la figura de Salvador Allende con el trabajo que nos aporta la AUTORA INVITADA, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Paula Vidal Molina: «La vigencia de Salvador Allende, a cincuenta años del Golpe Cívico Militar en Chile». La autora pone en valor muchos de los elementos que sostienen la crítica al sistema capitalista expuestos por Allende que se mantienen en la actualidad, como su visión —entre muchas otras— acerca de la democracia económica y social, de la igualdad, la libertad y el mérito que son sustantivas para un proyecto emancipatorio en el Chile contemporáneo. A cincuenta años del triunfo de la Unidad Popular, indica, «revisitar el pensamiento de Salvador Allende hoy se hace más necesario que nunca después de observar el manto de barbarie social que presenta y acrecienta la sociedad neoliberal».

 

Sustituyendo en este número a la seccion «A vueltas con los clásicos», damos vida a otra: EL MOVIMIENTO COMUNISTA EN SU HISTORIA: JULIÁN GRIMAU. El pasado 20 de abril se cumplieron sesenta años del asesinato de Julián Grimau a manos del régimen franquista. Grimau era miembro del Comité Central del Partido Comunista de España y estaba encargado de reconstruir su estructura interna en Madrid. Su detención, tortura y posterior asesinato conmocionaron al mundo entero y movilizaron a millones de personas. Su recuerdo es imborrable para entender la resistencia a la dictadura y su represión.

Desde Nuestra Bandera hemos querido rendirle homenaje, recogiendo testimonios directos y enmarcando su vida y militancia en el contexto histórico. De esta forma, reproducimos el discurso de su hija, Lola Grimau, en el acto de homenaje a su padre, el 21 de abril de 2023, en el Auditorio Marcelino Camacho de Comisiones Obreras en Madrid. Un discurso impresionante que no dejará indiferentes a nuestros lectores.

El profesor Francisco Erice aporta el trabajo «Julián Grimau. Un crimen de Estado contra la reconciliación nacional», donde analiza las circunstancias y el contexto histórico del crimen de Estado cometido en la persona de Julián Grimau. Se hace hincapié en las necesidades de readaptación del régimen y, a la vez, su respuesta ante la ofensiva de la oposición, particularmente la encabezada por el PCE, en el despliegue de su política de Reconciliación Nacional. También se analizan las consecuencias del caso y el doloroso olvido aplicado, por razones pragmáticas, durante la Transición.

Se cierra todo ello, con un documento que reproduce el discurso de Dolores Ibárruri, Pasionaria, en Radio Pirenaica el 17 de abril de 1963, denunciando el crimen que la dictadura franquista preparaba contra Julián Grimau.
 

La sección de LIBROS recoge tres propuestas: El laberinto del patriarcado, de Ana Moreno, con reseña de la subdirectora de Mundo Obrero, Gema Delgado; la obra de Jesús Lacasa Vidal Víctor Mora. Con acento francés, con reseña de Ángel Luis Arjona Márquez, y Finisland, de Pablo Jesús Jiménez, con reseña de Nely J. Sánchez.
 

Por último, agradecer a Víctor Ríos, Willy Meyer, Manuel Monleón y Paula Navascués su trabajo en la conformación de este número, así como a los diversos autores y autoras por su rica y rigurosa aportación a Nuestra Bandera y a quienes con su trabajo hacen posible que esta revista vea la luz.

Categorías:  Nuestra Bandera

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